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Era el 28 de octubre de 1933 y las hermanas Carmen y Dominga Padilla estaban lavando sus zapatos en la quebrada Rebolo de Barranquilla, que se había crecido por un aguacero caído en la mañana. En la labor, Carmen resbaló y cayó al agua, jalando en la caída a Dominga. Nunca más las volvieron a ver.
Es solo una historia de las 89 víctimas que el grupo de investigación Arroyos de Barranquilla de la Institución Educativa Marco Fidel Suárez, de Barranquilla, ha encontrado luego de un exhaustivo rastreo de medios.
Diego Luis Feria Gómez, profesor de la Institución Educativa, director de la investigación, asegura que el principal problema que hay en Barranquilla es la inexistencia de un alcantarillado pluvial, además de "el régimen de lluvias predominantes, las condiciones topográficas y geomorfológicas de la ciudad", por lo que cree que el problema debió solucionarse cuando el desarrollo urbano de la ciudad no era lo que es hoy, "por allá en los años 20, cuando iban a empezar a cobrar víctimas los arroyos".
La inversión
Aunque hay pesimismo, y en Barranquilla siempre se ha creído que hay que vivir con el problema, la alcaldesa Elsa Noguera ha asegurado que "sí es posible vivir en una ciudad sin arroyos", por lo que invertirá 90.000 millones de pesos para la canalización de dos de los arroyos más caudalosos que hay en la capital del Atlántico.
Y es que el problema necesita una pronta solución, pues solo hace cuatro días cayó una aguacero en Curramba que, según la directora de la Oficina de Prevención y Desastres del Distrito, Ana Saltarín, afectó a varios barrios de la ciudad, especialmente los que están ubicados cerca del arroyo del Caño de la Auyama —uno de los que intervendrá la administración municipal.
La funcionaria dijo en su momento que, según el reporte oficial, por el aguacero y los arroyos habían terminado afectadas unas 1.500 familias de los barrios La Luz y La Chinita, donde las aguas del arroyo del Caño de la Auyama se llevaron todo a su paso. "Es lo mismo que pasó hace un año y sucede casi siempre que cae un aguacero de grandes proporciones".
Según Alberto Salath, gerente encargado de la oficina del Foro Hídrico, cada año se gastan más de 1.500 millones de pesos en la limpieza de canales contaminados porque los ciudadanos arrojan en ellos basura de todo tipo: colchones, camas y electrodomésticos. Precisamente el profesor Feria Gómez dice que el comportamiento, la cultura ciudadana, es una de las causas de que sobre Barranquilla no pueda caer un aguacero porque se crecen los arroyos.